La princesa de Mok by Ana Canti

autor:Ana Canti [Canti, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788468690407
editor: Bubok Publishing S.L.
publicado: 2016-07-13T00:00:00+00:00

13

El reino escondido de Mok

La pequeña comunidad de Mok, de unos doscientos ochenta habitantes, era lo último que quedaba del reconstruido reino de Atlantia, el pueblo oculto que viaja por las estrellas y descansa en la Tierra desde hace muchos miles de años. Y aunque tenían prohibido entrar en contacto y manifestarse directamente a la humanidad, la princesa de Mok, encarnación de la antigua guardiana de los rollos de la ancestral sabiduría, había sido escogida en esta vida para ser instruida y ayudarla a evocar los conocimientos, alojados en lo más profundo de su alma.

Con el ingreso del sistema solar al Cinturón Fotónico se estaba poniendo fin a miles de años de conciencia limitada, para ingresar a tiempos maravillosos donde los humanos podrían desarrollar su potencial consciente total, desplegar habilidades como la telepatía, la telequinesis, la clarividencia.

Aurora tenía ese potencial pero la mejor manera de aprender era viviéndolo.

—¿Cómo puedes ver las reencarnaciones de las personas? —había preguntado una vez la pupila a su maestra y protectora.

—Nosotros hemos desarrollado nuestra conciencia de la mente profunda superior y a través de ella podemos reconocer y recordar nuestras vidas pasadas y hacer que otros las recuerden, pero la humanidad afuera no parece estar preparada para estas experiencias.

En el pequeño reino secreto de Mok todos convivían en forma pacífica, en completa armonía interior con uno mismo y con los demás. Aurora siempre los veía silenciosos, hablar no era necesario para comunicarse entre ellos. Todos tenían poderes y facultades psíquicas extraordinarias.

Ya de pequeños los niños aprendían a comunicarse sin articular palabra alguna, y los adultos tenían un carácter muy semejante al de los niños. No conocían el mal deseo y el mal pensamiento, el enojo, el orgullo, la avaricia, la corrupción, el escándalo y el engaño.

—En esta pequeña comunidad no existe nada de las tinieblas conocidas en el mundo de afuera —comentó Aurora—. Este es el destino de la humanidad, mi querida jovencita, llega el momento de que ustedes también comiencen a construir su paraíso, a conocer y participar en lo galáctico. Este cambio de tiempo es una gran oportunidad.

En este recóndito lugar no había necesidad de abrigarse demasiado. El clima era primaveral. La ciudadela estaba protegida por una energía que a modo de enorme cúpula transparente dejaba pasar el la luz y el calor, como en un invernadero. Las personas vestían de blanco y usaban delicadas zapatillas en los pies que al desplazarse no emitían sonido alguno.

Nadie estaba ocioso. Todos tenían un trabajo. No se conocía el sufrimiento del desempleo como sucede en la gran ciudad, donde quien pierde el empleo ha perdido lo que le hace ser persona, ha perdido su identidad y pasa a ser parte de la masa. Había científicos de ambos sexos, ingenieros, constructores de naves volantes, matemáticos, astrónomos y físicos, todos plenamente identificados con su labor.

Había un centro que parecía lo que en el mundo de afuera se conoce como escuela, donde se encontraban los niños siendo educados en desarrollar sus facultades psíquicas pero también en la adquisición de conocimientos.

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